Escogí el cuento de Juan Rulfo titulado No oyes ladrar los perros y la novela Torquemada en la hoguera escrita por Benito Pérez Galdós. Estas dos narraciones presentan el tema del amor del padre a un hijo. A continuación haré un análisis de No oyes ladrar los perros y Torquemada en la hoguera. Después del análisis incluiré el análisis de las entrevistas que realice. El cuento No oyes ladrar los perros fue escrito por Juan Rulfo, un escritor de la generación de los años 40. Juan Rulfo es de origen mexicano nacido en Sayula, Jalisco. Fue reconocido por su trabajo al recibir dos galardones, los cuales son el Premio Nacional de Letras y el Premio de Asturias de España. En sus historias, Juan Rulfo crea personajes que se caracterizan por ser gente que viene del campo, que no tiene dinero y gente sin esperanza alguna. En el cuento No oyes ladrar los perros, Juan Rulfo nos presenta una historia en donde un padre cargando con su hijo en la espalda va en busca de la curación de este hijo. A lo largo de la historia los personajes se encuentran con diferentes obstáculos que les hace el camino más pesado. También los personajes llevan a cabo un dialogo en el cual nos enteramos de cómo son sus vidas y su situación económica. El título de este cuento nos lleva a sacar conclusiones antes de leerlo. Al leer el título, No oyes ladrar los perros, nos damos cuenta que la historia presentara algo relacionado con los perros y el tener que escucharlos. También nos damos cuenta que el escuchar ladrar a los perros será de gran importancia para alguno de los personajes. Este cuento se compone por dos personajes e incluye un narrador omnisciente y un narrador testigo. Sabemos que hay un narrador omnisciente cuando leemos lo siguiente, “Hablaba poco. Cada vez menos. En ratos parecía dormir. En ratos parecía tener frio” (Rulfo 70). Al igual que sabemos que hay un narrador testigo cuando en el cuento el padre le pregunta al hijo lo siguiente, “Te duele mucho” (Rulfo 70). En No oyes ladrar los perros, encontramos varios símbolos con el propósito de darnos un entendimiento más amplio de la situación en que se encuentran los personajes. Por ejemplo, nos encontramos con la luna, la cual simboliza luz que alumbra el camino que el padre tiene que recorrer para tratar de salvar a su hijo. Las piedras son otro símbolo que nos quiere dar a reconocer los obstáculos que el padre tiene que sobrellevar por su hijo. También como símbolo tenemos a los perros los cuales representan en el cuento una esperanza para el padre. En No oyes ladrar los perros, Juan Rulfo sin decirlo nos informa de la situación económica de los personajes mediante el lenguaje que usa. Por ejemplo, el uso de las siguientes palabras: reculando, ijares, zarandeaban, entre otras más. Nos damos cuenta que el personaje proviene del campo y que no tiene educación. Podemos también captar como el dialogo entre los personajes no es muy extenso, lo cual sugiere que la situación en que se encuentran es complicada. En este cuento encontramos varios temas que se pueden definir de diferentes puntos de vista. Algunos de los temas son, el peligro, la muerte, y la falta de moral. En mi opinión el tema principal de No oyes ladrar los perros es el amor filial. Escogí este tema como principal porque lo encontramos a lo largo de todo el cuento. Al principio vemos como el padre ya está cansado pero no se da por vencido solo por ese amor a su hijo. También vemos como el padre constantemente le hace preguntas al hijo para saber que está bien y que le dé la esperanza de que pronto llegaran a donde estará la curación. Aproximadamente a la mitad del cuento nos damos cuenta como ese amor del padre al hijo es inmenso porque nos enteramos que el hijo es un criminal que sólo le ha traído problemas a su familia. También nos enteramos que el hijo no ha sido el mejor de los hijos hacia sus padres. Sabemos que el padre ya está cansado de lidiar con este mal hijo cuando dice, “Y estoy seguro de que, en cuanto se sienta usted bien, volverá a sus malos pasos. Eso ya no importa. Con tal que se vaya lejos, donde yo no vuelva a saber de usted” (Rulfo 71). A pesar de que el padre ya está cansado de como es el hijo, el por su amor a su hijo no lo abandona y trata lo posible por llevarlo a donde está la curación. La novela Torquemada en la hoguera que también habla del amor filial fue escrita por Benito Pérez Galdós, un español nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1843. Esta novela trata de un señor llamado Francisco de Torquemada, al cual todos tachaban de soberbio y mal geniudo. Él era dueño de una casa con muchos cuartos y los rentaba para así mantenerse. Todos sus arrendatarios lo odiaban porque no les tenía la mínima consideración. Lamentablemente, su esposa muere y tan sólo se queda con su querida hija y amado hijo. Francisco de Torquemada seguía siendo la misma persona soberbia que todo mundo odiaba. Un día establece una conversación con su amigo que fue sacerdote por varios años. Su amigo trató de hablarle de Dios, pero Torquemada le dice que, “Dios es la humanidad y que la humanidad es la que nos hace pagar y premia por nuestros actos” (Benito Pérez). Un inesperado día, su hijo se enferma y Torquemada no sabe qué hacer. Lo primero que se le ocurre hacer es cambiar su actitud con la gente y ayudar a la gente necesitada. Ayudó a bastante gente porque él pensaba que haciendo esto su hijo mejoraría. Pasaron los días y su hijo murió causando esto un gran dolor en Torquemada. Francisco de Torquemada va y le dice a su amigo que hacer obras de caridad no sirve de nada. Torquemada vuelve a ser la misma persona soberbia que todos odiaban, a él ya no le importaba nada. En esta novela encontramos el tema del amor filial porque vemos cómo Francisco de Torquemada cambió su forma de ser para ayudar a su hijo. Ese amor tan grande que él tenía lo motivó a ser amable con la gente para que haciendo esto su hijo se recuperara. Venció todo tipo de rencor que le tenía a la gente y luchó con todas sus fuerzas para ayudar a su hijo. El destino le jugó una mala jugada y terminó por arrebatarle a su hijo, y él volvió a ser el mismo de antes. Torquemada ya no tenía una buena razón para seguir ayudando a la gente. Mis dos entrevistados tuvieron respuestas un poco similares cuando les pregunte sobre qué pensaban del amor filial. Les pedí que describieran una experiencia de sus vidas en donde sus hijos estuvieron involucrados. Entrevisté a dos padres de familia, uno de ellos tiene 57 años y el otro tiene 28. No mencionaré sus nombres así que me referiré a ellos como señor y joven. El señor me contó sobre su hijo, por el cual ha dado todo. Hace tiempo su hijo necesitaba dinero para completar el pago de la renta y el señor de la manera más amable se lo prestó. El señor no volvió a saber del dinero porque su hijo se hizo de la vista gorda. Como dirían, se voltearon los papeles y ahora el señor necesitaba dinero, y acudió a su hijo. El hijo lo trató muy mal y le dijo que él no lo ayudaría, que él se las arreglará solas. Pasó el tiempo y el hijo volvió a buscar a su papá para pedirle disculpas. Le dijo que lo había agarrado en un mal momento y por eso lo había tratado cómo lo trató. El señor, por el amor tan inmenso que le tiene, lo perdonó. Le pregunté al señor qué significaba para él su hijo y respondió, “Mi hijo lo es todo, estoy aquí para él en las buenas y en las malas”. Mientras tanto el joven me platicó sobre su pequeño hijo. Tiene tan sólo un añito y ya marcó su vida para siempre. El joven me contó que antes de tener a su niño, él era muy fiestero y no le importaba nada. Se la pasaba tomando cada vez que podía y gastaba dinero a lo loco. Me dijo que en cuanto nació, sin saber cómo, su hijo logró en el un cambio radical. Ahora si gasta dinero es para darle a su hijo lo que necesita y ya no en cualquier cosa sin validez. Cuando le hice la pregunta de qué significa su hijo para él, contestó lo siguiente, “Mi niño vino a este mundo para darme una razón por quien vivir, ahora sólo vivo para él”. Como podemos ver, el amor de un padre hacia su hijo es enorme. Ellos son capaz de dar todo para darle lo mejor a sus hijos y, si es posible, comprarles la felicidad. Un hijo, definitivamente, marca la vida de cualquier padre. Si me preguntan a mii sobre mi papa, diría exactamente lo mismo. Sé que él daría todo por mí sin pensarlo, claro mi papá nunca lo dice, pero sé que lo haría. La cultura mexicana a la que yo pertenezco, tiene esta idea de que todos tenemos que formar una familia. Siempre escuchas a tus familiares preguntarte cuándo te casarás y tendrás hijos. Como todo en la vida, no todos estamos de acuerdo con esa idea pero la respetamos. En cuestión del amor que un padre le puede tener a un hijo, creo firmemente que no existe la manera en la que esto se pueda enseñar. Este amor es algo natural que muchos llegan a sentir y otros, lamentablemente, nunca llegan a experimentar.